Tatuajes: del rechazo a la moda social
En los últimos años los tatuajes han pasado de estar ligados históricamente a rituales y estratificación social a ser, hoy en día, mecanismos de búsqueda de personalidad. Han pasado de ser un motivo de rechazo social a una moda. Futbolistas, actores o modelos enseñan orgullosos sus tatuajes en redes sociales como Instagram. Los tatuajes están totalmente aceptados en todos los ámbitos sociales y laborales.
Una moda social
Especialistas de la UNAM como David Gutiérrez Castañeda, profesor de Historia del Arte en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Morelia de la UNAM han hablado recientemente sobre la moda social de los tatuajes y su evolución. Saturados de contenido simbólico y de mensajes que expresan la apropiación del cuerpo, los tatuajes han transitado de ser usados para identificar y estigmatizar a sus portadores, a ser una forma de popularizar y democratizar lo que una persona quiere decir de sí misma.
El tatuaje es un «mecanismo de disposición personal, construcción de la subjetividad, de darle forma al propio cuerpo en la búsqueda de identidad personal”, opina también Pedro Retamal Recio, fundador de uno de los estudios de tatuajes más reconocidos de Sevilla, Los Santos Tattoo Studio
Un cambio histórico y social
Históricamente, según se ha explicado, tatuarse, junto con otros signos como las estratificaciones, las prótesis y la manipulación de labios y orejas, formaban parte de procesos rituales.
Los tatuajes han tenido uso simbólico desde culturas antiguas en diferentes sociedades. Los usaban los grupos prehispánicos aztecas, mayas y amazónicos, los cuales acostumbraban también perforarse y hacerse incrustaciones. Además, en Oriente los maorís y otros grupos de las islas del Pacífico han utilizado los tatuajes como forma de afirmación.
En la época moderna, ese paso entre Oriente y Occidente se da con los navegantes y los marineros, que empiezan a tatuarse y llevan esta moda a Estados Unidos. Pero tenía un carácter negativo ya que quienes los llevaban eran los marineros o la gente que habían estado durante un tiempo en la cárcel. En la cultura occidental, durante algunas épocas, al solicitar un empleo o entrar a ciertas escuelas siempre se pedía que no se tuviera tatuajes. «Era motivo de rechazo aceptado por la mayor parte de la población», ha explicado Castillo Berthier.
En 1950 esto cambió, y no solo se desestigmatizaron sino que, además, se convirtieron en una moda. A partir de los años 80 los tatuajes se popularizaron y dejaron de ser un motivo de exclusión social y laboral. Hoy, muchas personas lucen sus tatuajes en su centro de trabajo en brazos y piernas y no sufren ningún tipo de problema laboral.
Sin duda, los tatuajes están totalmente aceptados en la sociedad, aunque hay que tener cuidado con los riesgos que pueden suponer para la salud si no se hacen en centros dirigidos por profesionales con experiencia. Elegir un buen profesional es fundamental para hacer un tatuaje con seguridad y sin problemas en el futuro.