‘La última corona’ de Ricardo J. Montes, una novela histórica sobre el ocaso de la Hispania visigoda

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Ricardo J. Montes
Ricardo J. Montes

Por Javier Arroyo.

Dedicarse completamente a la profesión de escritor es algo complicado. Normalmente, los autores suelen ser además otra cosa. En el caso de Ricardo J. Montes (Ontinyent, Valencia, 1957), se trata del derecho, y no puede decirse que no le surta de buen material para sus historias, desde luego, porque, como él mismo dice, el derecho es casi tan antiguo como la misma humanidad. Charlamos con él sobre su próxima novela, La última corona, que verá la luz a comienzos del próximo año.

Abogado de profesión, aunque escritor vocacional, a Ricardo J. Montes la inspiración le viene casi de cualquier parte. Lector asiduo de su género favorito, la novela histórica, encuentra material para sus historias incluso mientras está trabajando: «El derecho tiene mucho de historia, pues nació casi al mismo tiempo que la humanidad. Los conflictos se solucionan con el derecho. Para mí es fuente de inspiración y recurso literario permanente. En mis novelas siempre aparecen leyes, normas, convenios o estatutos con los que nutrir las diversas tramas», asegura el onteniense.

Si hay un hilo conector en su obra, algo que la defina en su conjunto, ya que es de temática variada y abarca novela y cuento, sería el amor por la tierra. Ya en su anterior novela, El guardián del linaje, homenajeaba a su patria chica, Ontinyent, y en La última corona, su nuevo trabajo, que será publicado durante el primer trimestre del año próximo, hay una frase muy reveladora que pone en boca de una de las protagonistas, la celebérrima Florinda La Cava: «El arraigo a la tierra es lo que nos da sentido como seres humanos. Los hombres y las mujeres somos nómadas hasta que un día encontramos la tierra que nos agrada. Entonces echamos raíces, asentamos nuestra vida a su alrededor y nos preparamos para defenderla con todas nuestras fuerzas».

Su época predilecta es, sin duda, la Edad Media, y aquí es donde se ubica La última corona, concretamente en los últimos años previos al comienzo de este periodo en la península ibérica, y centrándose en dos figuras clave: don Rodrigo y doña Florinda. Según la tradición, él, último rey visigodo, tradicionalmente tenido por un gobernante incapaz, habría mancillado a la joven, hija del conde don Julián, enfureciéndolo y haciendo que se decantase por ayudar a las tropas musulmanas a atravesar el Estrecho. Lo que sucedió después es bien sabido; lo que no lo es tanto es la visión que Ricardo J. Montes aporta en este libro, que se aleja bastante de los estereotipos, presentando a un monarca con una visión política bastante adelantada a su época y a una joven Florinda que es una mujer inteligente y de gran valor. Ambos aúnan esfuerzos por conseguir una coalición de fuerzas peninsulares que hubiera funcionado como un reino unificado y un Estado medianamente estable, algo que desde luego no existía en la península en aquella época.

Ricardo J. Montes
Ricardo J. Montes

¿Cabe, pues, suponer que este empeño hubiera podido triunfar? Para el autor es así, pero habría tenido que triunfar antes en esa otra empresa más complicada: «Sin duda habría sido posible, pero logrando primero convencer a los gobernadores de las provincias visigodas en la formación del gran ejército que se opusiera a los árabes. A pesar de que Rodrigo y Florinda pusieron todo su empeño por conciliar sus voluntades, toparon con un reino visigodo decadente, dividido, egoísta y desconfiado. Se tiene por cierto que, de los 32 reyes godos, la mitad murieron por actos y hechos violentos, lo que nos da una idea de lo convulso de la época», afirma Montes.

Como enamorado de la novela histórica que es, Ricardo J. Montes acomete, antes de escribir, un concienzudo proceso de documentación. A veces, asegura, cuadrar los detalles más pequeños es lo que más dificultades puede presentar: «Investigar en el pasado remontando 1300 años siempre es complicado, pero, hoy en día, siempre encuentras lo que necesitas, si sabes dónde buscar. Lo que más me costó fue ajustar los movimientos geográficos de mis personajes para encajar la trama simultánea de varias escenas de una manera coherente».

Admirador de Santiago Posteguillo o Juan Eslava Galán, entre otros, el autor onteniense reflexiona a propósito del género que más ha decidido cultivar, y considera que la novela histórica goza de una salud más que buena en el mercado español: «Creo que hay muchos y muy buenos autores. La inmensa mayoría creo que escriben honestamente para acercar a los lectores aquellos hechos que ocurrieron en el pasado. Y lo hacen de una forma entretenida, amena, interesante».

 

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