Sergio Sánchez–Quiu, autor de ‘La trilogía del destino’: “Recordemos la Quinta del biberón, los miles de adolescentes que murieron batallando”

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El presente de todo
El presente de todo

La trilogía del destino es la saga de libros del escritor Sergio Sánchez–Quiu, una serie histórica/contemporánea que ya ha vendido más de 600 copias y que tiene un trasfondo histórico muy importante. La esencia de las obras, en palabras del autor, es «la necesidad de inmigrar para sobrevivir».

P. Sergio, has creado una saga de libros titulada La trilogía del destino que se enmarcan en el género histórico contemporáneo, pero tengo la sensación de que la obra más histórica es Cuadernos del pasado, quizás porque es la única que se centra en este y no intercala momentos presentes. ¿Qué puedes decirme sobre esto?

R. Cuadernos del pasado. Guerra entre hermanos actúa como bisagra de las otras dos y, además, forma parte de la historia como «objeto físico» (se descubre en la tercera parte). Me explico: esta novela es como si fuese un diario de uno de los personajes. Él lo llama, a su diario, Guerra entre hermanos (de ahí el subtítulo). Por eso está escrito en primera persona y narrado como si rememorase recuerdos. Estos recuerdos se sitúan, sobre todo, en el primer año de la guerra (1936—1937), que es cuando el personaje madura prematuramente; y finaliza el escrito, o diario, cuando el propio personaje escribe que ha recibido una llamada de uno de sus seres queridos.

Entonces diría que sí, es posible que sea la obra más histórica porque es más lineal, cronológica y alejada de la actualidad por lo que así se percibe. Algunos lectores me han comentado que les recuerda a Un saco de canicas de Joseph Joffo, un bestseller internacional.

P. Las fechas que has escogido para desarrollar tus novelas son varias: 1924, 1936, 1975, 1976, … ¿Por qué estas y no otras?

R. En la época en que tecleé la primera palabra, año 2007, vivíamos en un momento de gran expansión económica. Quizás ya no lo recordamos, pero por entonces se estaba produciendo uno de los episodios inmigratorios más potentes que ha vivido este país con la llegada de muchísimas personas de otros países, sobre todo latinoamericanos, magrebíes y de la Europa del este, que estaban reemplazando barriadas enteras de zonas donde ya se produjo una gran inmigración interior en los años 60. En aquella época percibí, y más por mi trabajo, que se producía una creciente xenofobia hacia los recién llegados. Entonces, al darme cuenta de que yo mismo era hijo de emigrantes –no de otros países, pero si de otras zonas del país – me pregunté si a ellos le había ocurrido igual, experimentar ese rechazo. Y sobre todo no entendía cómo era posible que los hijos y nietos de estos propios emigrantes abanderasen el rechazo a los nuevos. Sabía, a su vez, que en los años 20 había ocurrido lo mismo, pero en zonas más concretas del país internamente (Cataluña y País Vasco básicamente) desde el campo a la ciudad. Siempre ocurría en momentos de gran prosperidad, previo a grandes cambios.

En definitiva, me di cuenta de que podía haber paralelismos y así fue naciendo la idea de intercalar capítulos de dos épocas anteriores que, a su vez, precedían a grandes cambios. En el caso de 1926, previo a la Exposición Internacional de 1929 en Barcelona, que atrajo a muchos emigrantes de la zona interior de Cataluña, Aragón y Valencia, y muy poco antes del inicio de la Guerra Civil; y en el caso de 1976, previo al inicio de la transición democrática poco tiempo después de las grandes emigraciones desde Andalucía y Extremadura, sobre todo, hacia Cataluña.

Así que ya tenía un trasfondo histórico muy potente en dos épocas diferentes y una temática que subyace continuamente en las novelas: la necesidad de emigrar para sobrevivir.

Sergio Sánchez Quiu
Sergio Sánchez Quiu

P. Volviendo a Cuadernos del pasado, recreas la Barcelona de 1936 y supongo que hay detrás un gran proceso de documentación. ¿Cómo te fue con esta parte?

R. A mí siempre me ha gustado la historia. Y la que se explicaba en la etapa escolar obligatoria la tenía bastante interiorizada: la desamortización, la colonización, la Revolución francesa, la Guerra Civil… Esta última, en concreto, me parecía una época especialmente interesante porque era muy cercana, pero, a su vez, la sentía muy lejana. Por ejemplo, me asombraba la actitud de tantas personas, hombre y mujeres, que partieron al frente voluntariamente para defender sus ideales. Buscando documentación sobre toda esta época di con un libro que me cautivó porque estaba escrito en primera persona por un escritor de talla mundial (entonces no lo era) que también fue voluntario, un brigadista internacional. La mirada que aporta esta persona, que llega de otro país, trastoca muchas idealizaciones que yo tenía. Al hacerlo en primera persona, como testigo de lo ocurrido, me aportó una mirada más neutral, menos sesgada, que es en la que yo me baso para toda la historia. De hecho, decido que ese libro (editado por primera vez en España en 1970) sea también protagonista de esta historia y, a su vez, lo incluyo a él como personaje histórico que es. Como este escritor se hizo famoso con un seudónimo, utilizo su nombre real y juego con los lectores a averiguar de quién se trata.

Partiendo de esa base, para mover a los personajes por los momentos históricos que describo de forma verosímil y ajustada a lo que ocurrió, me documento a conciencia en todo tipo de bibliotecas y videotecas e intento incluir todo lo nuevo que descubre y que me sorprende a mí porque sé que también sorprenderá al lector. La forma de incluir lo documentado en lo novelado, intento que sea de la forma más sutil posible, por supuesto.

P. ¿Hay, en esta obra, cierto mensaje en relación con la pérdida de la inocencia que todos vivimos en algún momento, aunque la de Josep sea mucho más brusca por las circunstancias dadas?

R. La idea era transmitir al lector de hoy lo diferente que fueron las cosas para muchas personas no hace tanto, lo exageradamente rápido que tuvieron que madurar muchos niños y niñas. La odisea que vive Josep podría parecer exagerada, pero no lo es en absoluto. Quizás a él se le agolpan muchas experiencias en muy poco tiempo, estamos hablando de una novela y tienen que pasar cosas, pero no me extrañaría que algunos viviesen algo similar; recordemos la Quinta del biberón, los miles de adolescentes que murieron batallando.

P. Una fácil: ¿Cómo se te ocurrió el primer libro de esta saga y por qué decidiste crear dos más?

R. En realidad, la novela estaba ideada en un solo volumen dividido internamente en tres partes. Digamos que, como dirían en el cine, la «versión del director» contemplaba un único volumen que contuviera lo que más tarde acabaron siendo tres. Fue tras mi paso por l’Escola d’Escriptura de l’Ateneu Barcelonès, cuando me convencieron de que, si las posibilidades de publicar para un autor novel ya eran bajas, con una primera obra de más de 1000 páginas, las probabilidades eran casi imposibles. Por pura matemática de costos y beneficios, pensando, incluso en el coste de transporte que tendrían semejantes ejemplares. Así que, como ya tenía la historia dividida en tres partes, lo que hice fue afinar cada una de ellas, ajustar y reescribir algunas partes para que, si no todas las tramas y subtramas, los conflictos principales de cada una de ellas quedasen cerrados y el lector tuviese la sensación de acabar una historia, pero querer seguir sabiendo más. Eso sí, con el final de El presente de todo, se cierran todas las tramas.

En la sinopsis de la novela que cierra la trilogía, El presente de todo, se puede leer que la purga estalinista ha extendido sus tentáculos sobre Barcelona. ¿En qué contexto histórico nos encontramos aquí?

En 1936, en la Unión Soviética, se inician, a instancias de Stalin, una serie de juicios que acabarán con la purga de la vieja guardia bolchevique. Es decir, Stalin se deshace de todos a quién él consideraba sus enemigos políticos. Pero no solo lo hace dentro de sus fronteras, sino que también en el exterior. Eso incluye al líder y miembros de un partido español próximo a las tesis trotskistas y muy crítico con las estalinistas: Andreu Nin y el POUM. Justo tras los hechos de mayo del 37, cuando las milicias antifascistas (CNT) pierden el control de Barcelona a manos de los comunistas, Andreu Nin es secuestrado y asesinado. El resto de simpatizantes y militante fueron arrestados y muchos de ellos ejecutados. Es la época más oscura que se vive desde la victoria sobre el alzamiento en Barcelona, cuando los propios partidos crean checas (cárceles) donde apresan a sus adversarios. Entonces el gobierno de la República solo tenía el apoyo internacional de la URSS, y muchos creen que miraron a otro lado.

En este contexto nos encontramos con que algunos de los personajes de la novela, que han evolucionado de forma dispar ideológicamente, la mayoría por supervivencia, se ven en la tesitura de tener que enfrentarse. Así, si la narración de Cuadernos del pasado finaliza justo tras los hechos de mayo, la parte del pasado de El presente de todo, se inicia con la noticia de que Andreu Nin ha desparecido (junio de 1937) y los personajes que habían evolucionado junto al POUM, varios protagonistas, están en peligro.

P. Ahora que ya has completado esta trilogía, ¿te gustaría encontrarles casa editorial? ¿Tienes alguna en mente?

R. Sé que hay editoriales con más tendencia a publicar novelas basadas en momentos históricos (Edhasa, Ediciones B, Plaza& Janes), pero soy consciente de que desde el punto de vista más purista mis novelas no son consideradas novelas históricas. Según este punto de vista, sólo las novelas ambientadas en años anteriores a 1920 son consideradas históricas. Encontrarse en ese punto medio no sé si les perjudica o, en cambio, les favorece porque amplia las posibilidades. La realidad es que las novelas tienen un trasfondo histórico que se intenta novelar fidedignamente, pero los temas principales son los universales: amor, venganza y muerte. Por lo tanto, creo que podría encajar en la línea editorial de muchas editoriales o en sus filiales: Grijalbo de Penguin, Esencia de Planeta o Harper Collins, que ha entrado con mucha fuerza en España.

Una posibilidad con la que a veces he fantaseado es que fuese traducida al francés. Conozco casos en que esa traducción, ha lanzado a una obra al estrellato, como le ocurrió a Víctor del Árbol con La tristeza del samurái. Quizás este sería el escritor actual con el que más me identificaría en cuanto a trayectoria editorial y literaria ideal deseada.

P. ¿Qué te han enseñado tus propias novelas como escritor?

R. A parte de todo lo que uno aprende con el proceso de documentación y en la evolución de tu propia escritura tras más de 1100 páginas, he aprendido mucho de mí mismo. Quieras o no, cuando le planteas una disyuntiva a uno de tus personajes, también te la planteas a ti mismo. Ponerte en la piel de tus personajes, tener que empatizar con ellos, —ya sean masculinos o femeninos, buenos o malos, simpáticos u odiosos— tiene que provocar, sí o sí, que algo se remueva en tu interior. Si, además, tocas temas delicados en profundidad, el proceso deja mucha huella.

P. ¿Cuáles son tus proyectos futuros, Sergio?

R. En marzo de 2022 finalizó la edición de la última novela, El presente de todo. Considero que, tras un proceso que se ha alargado casi 15 años, mi mente necesita un periodo de desconexión. Además, me considero una persona creativa. Cualquier actividad que requiera creatividad me atrae; ya sea la música (viajo de festival en festival como espectador y no descarto aprender a tocar algún instrumento), la pintura (tampoco descarto, algún día, dedicarle algo de mi tiempo a ella) o ayudar a construir una carroza para carnaval (foto). Pero la escritura es mi pasión y quizás aúne alguno de estos campos en un nuevo proyecto literario más orientado a la novela negra o el thriller. Todavía no tengo nada concreto en mente, pero sí que bailan algunas ideas en mi cabeza. Es mi método de trabajo: darle vueltas a una idea hasta que decido que ya está suficiente madura como para comenzar a trasladarla al papel. Ya veremos.

 

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