Entrevista a Fernando García Ballesteros, autor de la novela ‘La luz más cruel’
“El caos circulatorio de la Barcelona de principios del siglo pasado era una analogía de la sociedad, entre las viejas y las nuevas ideas, grandes oportunidades y a la vez grandes tensiones”
El barcelonés Fernando García Ballesteros, licenciado en Farmacia y graduado en Estudios Ingleses, es autor de La luz más cruel (Harper Collins, 2024) y de El crimen del Liceo (2020), Muerte en el Laberinto (2021) y La ciudad y el perdón (2022), por la que recibió la beca de escritura Montserrat Roig, todas ellas ambientadas en Barcelona a principios del siglo XX.
P. La luz más cruel… ¿cuál es, a qué se refiere?
R. La luz más cruel hace referencia a la luz que se utilizaba para tomar fotografías en los gabinetes antropométricos de principios de siglo. Como no había maneras efectivas de identificar a los detenidos tenían que tomar fotografías con una luz que revelaran todos los detalles físicos, así como marcas y señales. También se refiere a la luz que se utiliza para realizar las autopsias, una luz blanca y cruda.
P. Barcelona, de nuevo en el centro de una intriga criminal, policial. ¿Qué tiene esa ciudad para ser escenario habitual de las novelas negras españolas de cualquier época?
R. Porque en el fondo sigue siendo una vieja ciudad portuaria, en la que un lugar como el Raval, lleno de edificios apretados y calles estrechas se da la mano con la riqueza como así sucede en el Liceo. Es una ciudad de contrastes intensos con mucha gente de orígenes diferentes. Eso, por fuerza, da a lugar a un gran escenario para una intriga criminal.
P. La novela nos lleva a la Barcelona de principios del siglo pasado. ¿Cómo era la ciudad entonces?
R. Era una ciudad con grandes contrastes sociales. Hacía poco que se habían derruidos las murallas de la ciudad y esta se estaba expandiendo. Imagínese una intersección de dos calles del Ensanche con edificios que acaban de ser construidos. Todavía no se habían inventado los semáforos. Era una época en la que empezaban a circular los automóviles, pero seguía habiendo numerosos carruajes, y se seguía utilizando mulas y caballos, y bicicletas y ómnibus, y ninguno sabe quién tiene preferencia y quien no. Aquel caos circulatorio era una analogía de la sociedad, entre las viejas y las nuevas ideas, grandes oportunidades y a la vez grandes tensiones. Se ha de tener en cuenta también que la mortalidad infantil era de un cincuenta por ciento, la esperanza de vida era de cuarenta años y el analfabetismo era de casi el ochenta por ciento.
P. Sus novelas vuelven a ese tiempo una y otra vez, ¿por qué?
R. Porque es una época que me apasiona. Una especie de interregno entre dos épocas, la victoriana y la moderna, y en medio de ello la Belle Époque, la época en la que se empezó a pensar en que por qué no nos dedicamos a intentar ser felices. Todo ello se truncó por la Primera Guerra Mundial, que no afectó tan dramáticamente a España, pero sí se vio como un mundo se desvanecía de una manera definitiva.
P. La luz más cruel refleja, en parte, un modo de ser de la alta burguesía que se compadece mal con la moral que esa clase social predicaba…
R. Sí, eran muy de decir las reglas son estas y, si no las cumples, pondré el grito en el cielo y la policía en tu puerta, porque para mí es algo opcional, porque yo puedo elegir y tú no y como se te ocurra pensar lo contrario tendrás problemas. Naturalmente, eso da mucho juego literario.
P. Clara Prats, la protagonista, es una mujer digamos que inesperadamente moderna para el tiempo que le ha tocado vivir…
R. Clara Prats y su familia están ligeramente basados en Anais Napoleón, una mujer francesa que tenía gran talento para la fotografía y los negocios, tanto que incluso su marido adoptó el apellido de ella para el estudio fotográfico que ambos fundaron. Me imaginé que Clara pertenecía a una familia de retratistas parecidos a ellos. Estoy seguro de que no le hubieran impedido que Clara buscase desarrollar su talento creativo.
P. ¿Cómo elige a sus personajes, cómo imagina y crea a sus protagonistas?
R. Normalmente parto de una escena o de alguna imagen o de algo que he leído, y todo ello va formando como una especie de película o visión en la que las escenas van y vienen. Para La luz más cruel lo primero que me imaginé es la primera escena, un cadáver que aparece en la playa al amanecer. ¿Quién era? ¿Por qué había llegado allí? Me imaginé entonces quienes podían estar de pie, alrededor del cuerpo, una vez hubiera sido descubierto, les fui poniendo caras y nombres.
P. Hablemos de Carlos Monfort…
R. Carlos Monfort es un abogado genealogista que está obsesionado con el talento de Clara y sus imágenes porque logra remover algo en él. Carlos también tiene talento, pero para jugar con las personas, con sus deseos, sus necesidades, hasta dónde pueden llegar, hasta donde puede empujarles para que hagan lo que él quiere para satisfacer sus divertimentos.
P. ¿Cómo se investigaban entonces, cuando la tecnología aún no estaba muy desarrollada, crímenes como los que describe?
R. La investigación seguía el modelo clásico de deducción, averiguar los motivos, interrogar a los posibles sospechosos. Sherlock Holmes tenía un gran poder deductivo, pero no hacía otra cosa que agudizar lo que cualquier detective de la época estaba acostumbrado a llevar a cabo. Es verdad que empezaban a descubrirse algunas técnicas como la detección de las manchas de sangre o la dactiloscopia, pero la mayor parte del trabajo consistía en intentar reconstruir el crimen y encontrar los motivos.
P. ¿Le son de utilidad los estudios de farmacia para tramar y dar solidez a sus novelas?
R. Sí, sin duda. Farmacia son unos estudios que tocan muchas teclas, botánica, química, fisiología, toxicología y eso te da una sólida base para dar explicaciones científicas a algún suceso. También sabemos mucho de venenos, jeje.
P. ¿Es también aficionado a la fotografía?
R. Me interesa particularmente por la mirada que ofrece del mundo y de quien la realiza. Me interesa el impacto que tuvo en aquella época. Tenga en cuenta que nunca vemos directamente nuestro propio rostro. Y en aquella época fue todo un acontecimiento poder observar tu rostro de una manera que no fuera a través del reflejo de un espejo o una pintura.
P. Acabemos con una foto, una imagen que resuma la novela o que, al menos, despierte las ganas de leerla…
R. Creo que la imagen de la portada es muy buena idea de lo que nos podemos encontrar en el interior. Una mujer con una cámara que parece una extensión de su cuerpo y su vestido está manchado de sangre.