Entrevista a Luisa Etxenike, autora de ‘Cuerdas’

Esta semana os vamos a hablar de la novela Cuerdas protagonizada por Luisa Etxenike que ha publicado la editorial Nocturna. Su protagonista es Jon, un adolescente donostiarra, necesita escapar de un modelo de masculinidad que impacta brutalmente en él, haciendo que sienta su propio cuerpo «como una trampa». Ángela, una prostituta de mediana edad, necesita escapar del encierro de un cuarto cuyas ventanas ha cegado para que «en la realidad desaparezca el fuera». Y Paulo, un lutier de Oporto, necesita escapar de los fantasmas de su gran historia de amor.
En la novela, los tres se cruzarán y, como las cuerdas de una guitarra, empezarán a afinarse juntos. Y de esa melodía compartida surgirán posibilidades que cambiarán definitivamente la partitura de sus vidas.

Cuerdas introduce a unos personajes atrapados en un entramado opresivo del que, sin embargo, poco a poco irán liberándose. La nueva novela de la premiada autora Luisa Etxenike presenta una historia tan emocionante como esperanzadora.
Luisa Etxenike (San Sebastián) es autora de las novelas Absoluta presencia, El detective de sonidos, El ángulo ciego (Premio Euskadi de Literatura), Los peces negros, Vino, El mal más grave, Efectos secundarios, Aves del paraíso (Nocturna, 2019), Cruzar el agua (Nocturna, 2022), Llevar en la piel (Nocturna, 2023, premio Memorial Silverio Cañada de la Semana Negra) y Cuerdas (Nocturna, 2025); de las obras teatrales La herencia (Premio Buero Vallejo), Gernika es ahora y La entrevista; del poemario El arte de la pesca, y de varias colecciones de relatos. Además de colaborar habitualmente en diversos medios de prensa escrita y radio, dirige un taller de escritura creativa y es directora del espacio cultural digital Canal Europa y del festival literario Un Mundo de Escritoras. Ha recibido del gobierno francés la distinción de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras.
P. El tema de la identidad, tan inherente al ser humano, es uno de los pilares que sostienen tu obra literaria. En Cuerdas tiene un protagonismo especial la identidad sexual.
R. Sí, uno de los protagonistas es un adolescente donostiarra que siente que vive en un cuerpo que no le corresponde, que su cuerpo se ha convertido para él en «una trampa», y para ello va a emprender un camino de exploración y descubrimiento de sensaciones, sentimientos, reflexiones… en un tono que al principio es muy tenso, muy estridente, y que poco a poco va a conseguir sosegar. Y, en ese sentido, me parecía muy importante que mi novela fuera para ese joven un espacio de «posibilidades de ser»; darle tiempo, entre las vicisitudes de la trama, para no rechazar ni acoger una definición demasiado prematura de sí mismo.
Pero la novela interroga también la identidad desde otros ángulos. ¿Quién dice yo cuando decimos yo? ¿Llevamos un solo yo por dentro o muchos? ¿Cuál vamos a preferir, y dejar que salga a la luz y actúe? La novela va a abordar también así el tema de la identidad moral; de la responsabilidad del yo frente a los otros.
P. De ahí la importancia de la violencia y el amor, que atraviesan, de principio a fin, Cuerdas.
R. Si te parece, empezamos por el amor que es, efectivamente, importantísimo para los tres personajes principales, y también para algunos que son un poquito menos protagonistas. El amor constituye para todos ellos la «afinación, la tonalidad alta» de las cuerdas de su vida. Sin duda la historia de amor más impactante es la de Paulo, el lutier de Oporto; una historia que tiene una gran parte de sombra y de tragedia, pero también una intensidad y una luminosidad imprescindibles para él, el amor es ese «aire» que le permite la vida. La historia de amor de Ángela, la prostituta de San Sebastián, habla de un amor contra el viento y la marea de las circunstancias terribles en las que vive; pero a pesar de todo conseguirá extraer de su amor la fuerza para hacer, en realidad hacerse, una revolución íntima. Y el amor que el joven donostiarra encuentra en Oporto acaba de empezar, es sólo un brote de amor, pero que tendrá un efecto, digamos, balsámico para la interrogación sobre su identidad, le irá quitando barrotes a la trampa o prisión de su cuerpo.
P. Pero también distintos tipos de violencia recorren toda la novela: discriminación, homofobia… Y aquí podemos incluir también la prostitución.
R. La violencia está presente en muchos de mis libros, porque quiero que mi literatura esté conectada con el mundo y el mundo es, lamentablemente, violento, y además, por lo que estamos viendo, no parece que vaya a ir a mejor. En Cuerdas hay distintas formas de violencia que impactan en el ámbito íntimo, privado, pero cuyas raíces están, como siempre, en lo público. La discriminación por razón de identidad u orientación sexual, la violencia contra las mujeres y la prostitución son violencias sociales, políticas. Los personajes tendrán que luchar contra ellas, contra las heridas profundas que esas violencias han dejado en su interior y en su cuerpo. Las cicatrices, sobre todo de Paulo, construyen algunas de las escenas más elocuentes de la novela. Y desde luego Cuerdas presenta, a través del personaje de Ángela, toda la oscuridad de la prostitución. Yo creo que la prostitución debe ser abolida. Porque es escenario ―y coartada― de violencias incesantes. Trata de arrebatarles a las mujeres su dignidad, en la teoría y en la práctica. Y es un atentado contra los Derechos Humanos. Una democracia digna, merecedora de ese nombre, debe abolirla. En Cuerdas, Ángela habla sin tapujos sobre toda esa violencia y oscuridad que conoce de primera mano.
P. La música, tan importante en tu escritura, en la elección, en la respiración de las palabras, aquí tiene un peso específico en la trama.
R. Sí, la música se introduce de un modo evidente en el argumento de la novela, puesto que Paulo, uno de los protagonistas principales, es guitarrista y lutier. En ese sentido, las vicisitudes de su carrera musical y de su trabajo van a construir pieza a pieza, como se construye un instrumento, una gran parte de la novela.
Pero la música está presente también de un modo audible. En la sonoridad que he querido darle al estilo. Yo soy muy flaubertiana, escribo casi podría decir que de oído, la frase me parece que está bien cuando me suena bien.
En Cuerdas, el ritmo, la calidad musical del estilo tienen una gran importancia, porque la arquitectura de la novela está muy conectada con las cuerdas de una guitarra portuguesa y su afinación tan singular.
P. En ese sentido, el título, tan polisémico, me parece un gran acierto. Háblanos de esa elección.
R. Las cuerdas del título significan ataduras, prisiones que encierran. Significan también vínculos, posibilidades de conexión, de «agarre» entre los personajes. Pero las cuerdas, en su sentido más musical, son la clave de la composición, de la arquitectura de la novela, que, como te decía, se apoya en la singular afinación de la guitarra portuguesa, que tiene seis pares de cuerdas, tres en los que las dos cuerdas comparten afinación, y otros tres en los que las cuerdas están afinadas con una octava de diferencia. Esa doble afinación preside de algún modo la estructura de la trama. Personajes que «suenan» sueltos y que poco a poco van a sonar juntos, a pesar de sus diferencias, o mejor, gracias ellas. Y lo que vale para las relaciones entre los protagonistas vale también para las relaciones de los personajes consigo mismos.
P. Dos ciudades: San Sebastián y Oporto. Dos culturas también.
R. En la novela aparecen distintas ciudades: Bilbao, Madrid, Lisboa, Coimbra… Pero el gran protagonismo está, por una parte, en San Sebastián, y por la otra en Oporto, donde se va a desarrollar la mayor parte de la intriga. Los personajes de Cuerdas se mueven por dentro, pero también por fuera. Son exploradores de las ciudades donde están y «peregrinos», como lo llama Paulo, entre ciudades. Porque para ellos el desplazamiento supone una apertura liberadora, transformadora. Cambiar de espacio es conquistar un nuevo territorio de posibilidades; la ciudad les abre el camino para nuevas experiencias y para una nueva comprensión de lo vivido. Como dice el joven donostiarra: «Y lo que se ve desde lo alto de esta torre es que en Oporto todos los barrios se diferencian, que todos son escapados del conjunto. Como él. Por eso está seguro de haber encontrado en esta ciudad su sitio».
Una nueva ciudad es la energía, el trampolín para una nueva vida mejor, afinada en un tono más alto.