Relato: ‘Cultivar un cerezo’ de María Pardo Solano

 

De María Pardo Solano. Ganadora de la XIV edición www.excelencialiteraria.com

 

Si algo nos diferencia de los animales, es la capacidad exclusiva que tenemos los hombres de razonar. Esto es, de analizar lo que ocurre a nuestro alrededor y generar ideas propias. Es cierto que el razonamiento está configurado en la naturaleza de las personas, aunque no dudo de que también se aprende (y se enseña).

Lo visualizo de la siguiente manera: si nos encontramos una cereza, podemos tomar dos importantes decisiones. La primera consiste en atesorar la fruta en una urna de cristal, y atenernos a utilizarla bajo estricta necesidad. La segunda opción, mucho más trabajosa, consiste en enterrarla en un jardín, regarla cada cierto tiempo y cuidar de que tenga suficiente luz solar. Con los meses, el minúsculo fruto germinará, será primero un brote al que le crecerán ramitas y ensanchará su tronco hasta convertirse en un enorme cerezo, que dará suficiente fruta para alimentarnos el resto de los días.

Esa cereza es para mí una metáfora de la capacidad de razonar, que cada día podemos alimentar con nuestros actos. Por ejemplo, a través de la formación, es decir, buscando medios para educar nuestro cerebro. Podría consistir en dedicar tiempo a la buena lectura y al consumo de contenido audiovisual interesante. Entonces el árbol irá creciendo. También es importante que nos interesemos por las noticias que sirven los medios de comunicación, que abramos nuestro círculo social a personas con una mentalidad distinta a la nuestra, que mantengamos conversaciones “de peso” con nuestros amigos… para que el cerezo se llene de hojas y de flores. Por último, hagámonos preguntas a nosotros mismos y a los demás, sin miedo a descubrirse como un ignorante, y descubriremos que de cada flor brota un fruto.

María Pardo

Cuando decidimos abandonar el razonamiento, desaprovechar su potencial, la fruta acaba pudriéndose en su urna. Es decir, si vivimos como quien está de vuelta de todo, sin observar ni cuestionarnos nada, la capacidad de razonamiento termina por atrofiarse, lo que deriva en la dificultad para comprender la realidad, para relacionar conceptos y situaciones, para tomar decisiones acertadas… lo que redunda en una vida equivocada.

Creo que se entiende por qué he escogido regar la cereza cada día, buscar y reflexionar. Pensar es un tesoro demasiado valioso como para exponerlo, protegido tras un cristal.

 

Carmen F. Etreros

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