‘La señorita Bubble: Aventura bajo cero’ de Ledicia Costas
La señorita Bubble: Aventura bajo cero de Ledicia Costas. Ilustraciones de Andrés Meixide. Editorial Anaya, 2020. 130 x 200 mm., 128 pp., 12,95 €, (+ 10 años).
Por José R. Cortés Criado.
«Después de un intenso debate, hemos tomado las siguientes decisiones. Primera: Papá Cruel ejercerá como elfo hasta que se rehabilite y vuelva a ser Papá Noel… «, Ledicia Costas: La señorita Bubble: Aventura bajo cero.
La señorita Bubble, gran inventora que va por el mundo solucionando problemas a los demás, en esta ocasión se ha instalado en Laponia con su hijo Vincent. La vida transcurre plácidamente hasta que un grupo de pingüinos acuden en su ayuda.
No se lo podía creer, cientos y cientos de aves marinas no voladoras aguardaban en la puerta de su casa y otros muchas más venían de camino; y, por si esto era poco, tenían mucho calor, necesitaban bajar la temperatura de sus cuerpos, aquí no podían vivir ni alimentarse.
Bubble comenzó a maquinar cómo salir de este problema. Lo primero refrigerarlos urgentemente, lo segundo pedir toneladas de pescado fresco para que no falleciesen de hambre y lo tercero, crear una pista de hielo donde puedan jugar, correr y estar fresquitos.
Después se planteó otros temas: ¿Cómo llegaron los pingüinos a Laponia? Su sitio era en el Polo Sur, donde las temperaturas son mucho más baja que en el Polo Norte. Resulta que fue un capricho de Papá Noel, y estos pobres animales estaban pagando las consecuencias y protestaban con razón.
También se unieron a la protesta los elfos, Papá Noel no los trataba bien. Los utilizaba para lanzarlos contra la diana, los golpeaba en un juego como si no fuesen seres vivos…, en fin, estaban hasta el gorro de Papá Noel, y no eran los únicos, Mamá Noel, igualmente, se marchó de su lado.
A todo esto se acercaban las fechas navideñas. Había que fabricar juguetes y repartirlos. Papá Noel estaba muy cambiado, no tenía interés en los juguetes, no le preocupaba que sus fábricas contaminasen el mar y les fastidiase la vida a otros animales, maltrataba a los elfos, se trajo a los pingüinos, tenía descontento a los renos… Así que todos estos afectados decidieron hacerle una huelga a Papá Noel e incluso lo llamaron Papá Cruel.
Bubble intentó mediar y fue encerrada. Menos mal que la señorita Bubble era capaz de inventar cosas imposibles, solucionar problemas casi irresolubles, repartir juguetes en una noche por todo el mundo y tener contento a todos.
Original historia en la que vemos un Papá Noel atípico, ya que no es el anciano gracioso, cariños y bondadoso al que estamos acostumbrados, es un viejo que pasa de sus tareas anuales, que no le preocupa la contaminación, ni los animales que tiene cerca y, al final, le quitan su papel y lo obligan a realizar tareas que hacían antes los elfos.
El libro está ilustrado por Andrés Meixide que nos muestra unos personajes muy simpáticos y coloristas. Las láminas están llenas de pequeños detalles que dan la posibilidad de otra lectura al texto.
Simpática trama que te hace ver la historia que nos han contado siempre desde otra perspectiva mucho más humana y menos bondadosa.