Crítica de ‘Lightyear’: Más ‘Star Wars’ que ‘Toy Story’

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Cuando, hace casi 30 años, conocimos a Buzz Lightyear, los espectadores nos quedamos tan sorprendidos como Woody. Ese muñeco de un astronauta que creía estar viviendo una auténtica misión espacial fue una de las claves del éxito de Toy Story, obra cumbre y consagrada del cine de animación. La saga de los juguetes puso su punto y final en 2019, pero Pixar aún tenía algunos ases bajo la manga. Así, con Lightyear el estudio se ha lanzado de lleno a explorar la vida “real” del ranger espacial. La película se estrena mundialmente en cines el próximo 17 de junio.

Lightyear, dentro de ese universo Pixar, en realidad no es una “historia real” sino una película. Concretamente la favorita de Andy, el dueño de los muñecos de Toy Story. Pero hasta ahí llegan las menciones a la franquicia. La cinta narra la historia de una nave que, por culpa de la ambición desmedida de Buzz, queda atrapada en un planeta hostil. El ranger deberá ingeniárselas para encontrar la forma de enmendar su error y acabar la misión. Pero, para ello, deberá de hacer muchos sacrificios, conocerse a sí mismo y aceptar que las cosas no siempre salen como uno espera.

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Ante todo, el filme es una maravillosa obra de ciencia ficción para niños. Lightyear se apoya en todas las grandes películas del género, desde Star Wars hasta Alien, pasando por Interstellar. No necesita mostrar cartas novedosas porque, para una historia así, lo mejor que se puede hacer es mostrar en pantalla elementos ya conocidos con los que el espectador, niño o adulto, esté familiarizado y entienda sin demasiadas explicaciones que puedan entorpecer el ritmo. Un ritmo que, de hecho, es endiabladamente rápido y entretenido.

La primera media hora de Lightyear entra fácilmente en lo alto del ranking de cosas más divertidas y espectaculares que ha hecho nunca Pixar. Es la presentación de una aventura épica en los confines del espacio. Y como tal no le falta de nada. Exploración de mundos desconocidos, secuencias de acción, momentos de humor, trajes y armas futuristas… Y unos personajes muy carismáticos a los que se acompaña desde el minuto 1. Mención especial merece Sox, el gato robótico que ayuda a Buzz. Es un alivio cómico desternillante que consigue robar todo el protagonismo cada vez que aparece en pantalla. En definitiva, todo invita a sumergirse en Lightyear, que si bien se atasca en su nudo durante unos minutos, enseguida vuelve a arrancar y recuperar su gran nivel.

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En cuanto al apartado técnico, Pixar vuelve a demostrar un dominio de lo visual absolutamente inverosímil. La propia temática de ciencia ficción se presta a ello, pero el resultado es sensacional. Y sin duda se debe mencionar la banda sonora de Michael Giacchino, uno de los mayores genios de la actualidad que firma un repertorio exquisito y muy acorde al tono de la película. Solo por escuchar semejante prodigio vale la pena ir al cine. Quizá el mayor punto débil de Lightyear -que en realidad no lo es- es el hecho de que, al tratarse de una clásica aventura espacial para toda la familia, se “olvida” de esa profundidad existencial de la que suele hacer gala el estudio con todas sus películas. Aquí los mensajes no son nada del otro mundo: amistad, compañerismo, auto aceptación y superación… No se encuentra en su metraje la trascendencia de obras como Del Revés, Wall-E, Up o Soul. Aunque tampoco es que lo necesite para funcionar.

En resumen, Lightyear es una propuesta fantástica para que los niños se adentren por primera vez en la ciencia ficción. Una aventura a la que no le falta de nada y que se hace muy entretenida y divertida. Sin alcanzar el rango de excelencia de Pixar, sí se trata de una película muy sólida y por la que merece la pena acercarse al cine. Como último aliciente, además, la voz de Buzz es la del Capitán America tanto en inglés (Chris Evans) como en castellano (Raúl Llorens). Hasta el infinito…

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