‘Ana de las Tejas Verdes’ de Lucy Maud Montgomery y Laura Catalán

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Ana la de las tejas verdes
Ana la de las tejas verdes

Ana de las Tejas Verdes de Lucy Maud Montgomery. Ilustraciones de Laura Catalán Eraso. Editorial Bruño, 2022. 130 x 200 mm, 460 pp., 12,95€ (+ 10 años).

Por José R. Cortés Criado.

 

“Expresar abiertamente el amor con palabras y gestos era una lección que jamás aprendería. Pero sí había aprendido a querer a aquella niña delgada de ojos grises con un afecto tan profundo como no demostrado.” Lucy Maud Montgomery: Ana de las Tejas Verdes.

 

La canadiense Lucy Maud Montgomery publicó por primera vez este libro en 1908 dirigido al público en general, sin distinción de edades. Fue hace poco cuando se catalogó para niños y jóvenes. Al parecer la trama está inspirada en una noticia periodística y la situó en la isla del Príncipe Eduardo, donde vivían sus primos, en una casa que se llamaba “Green Gables”.

La historia comienza cuando un señor acude a recoger un niño huérfano para que le ayude en las tareas de la granja donde viven. Lo que se encuentra en la estación del tren es una niña, Ana, y como no sabe qué hacer la recoge para no dejarla sola hasta el día siguiente.

Matthew, este pobre hombre, tranquilo, apocado y de pocas palabras queda prendado de una niña vivaracha, charlatana a más no poder con una imaginación maravillosa, una sinceridad a prueba de todo y unas ganas de vivir enormes. A su hermana, Marilla, no le parece bien porque lo que necesitan son dos manos jóvenes en el campo y no una señorita.

Al día siguiente ella se dirige a la vecina encargada de traerle el chico y esta le dice que creyó que querían una chica. En tan corto espacio de tiempo, Ana se ganó el aprecio de Matthew y la condescendencia de Marilla. A la inteligencia de Ana se suma su gran vocabulario y sus ganas de fantasear. Halaba y habla sin parar durante horas y, como es algo atolondrada, comete más de un error.

Lo que la niña quiere por encima de todo es una familia, un hogar donde vivir, tener una amiga de verdad y ser querida. Le preocupa, sobre todo, el color rojo de su pelo, no lo puede soportar; algo menos le preocupa su aspecto desaliñado y la ropa tan pobretona y sobria que viste.

Ana no es una niña que pase desapercibida, dice lo que piensa y le acarrea algún que otro problema, es muy sincera, quiere ser la mejor en la escuela, destacar por encima del chico que la llamó zanahoria y al que tarde años en perdonárselo, cambia el nombre los lugares del pueblo por otros más románticos, según ella, inventa historias de amor o terror para determinados paisajes… es un encanto que no para de crear mundos nuevos.

Entre estudios, meteduras de pata, pequeñas travesuras, amistades nuevas, sinceridad a raudales, buenas acciones, valentía y ganas de superarse, trascurren las más de cuatrocientas páginas que se leen plácidamente, se sonríe ante determinadas situaciones y se disfruta con ellas.

La autora intercala muchas descripciones de paisajes, guiños a las costumbres de aquel lugar conservador y tradicionalista, resalta la importancia de la religión en aquella gente, su forma de vida sin estridencias y pequeños problemas que parecen grandes.

Una obra que no ha perdido actualidad, pues la fuerza de la protagonista la hace imperecedera, además de entretener muestra una forma de vida pretérita que tiene bastantes puntos en común con la nuestra.

 

 

 

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