Daniel Carazo, autor de ‘Cuando leer es delito’: «No hay nada como un buen libro en las manos»

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Daniel Carazo
Daniel Carazo

Quizá sea difícil de creer dada su defensa a ultranza del libro tradicional, pero para Daniel Carazo (Madrid, 1972) el libro en digital es un formato más que interesante también. Eso sí, este
veterinario amante de las letras no cambia para nada la sensación de tener entre sus manos un libro de esos «de los de toda la vida», como él los llama.

P. ¿Cómo pasaste de la consulta veterinaria a escribir libros? ¿Tuvo algo que ver tu trabajo en esta inspiración?

R. Realmente, mi trabajo como veterinario, aunque eminentemente práctico, también me obliga
a escribir bastante. Los protocolos de trabajo son esenciales para que un equipo grande como
el que trabaja conmigo en la clínica veterinaria esté coordinado y alineado en el cuidado de
nuestros pacientes. Además, desde hace años pertenecemos a un grupo de clínicas
veterinarias en el que desempeño funciones organizativas, y eso me ha llevado a escribir
todavía más protocolos de trabajo y de acciones preventivas para su posterior desarrollo en
todas las clínicas del grupo.

Así que, escribir, en mi trabajo escribo mucho. Quizá es eso, unido a mi pasión por los libros y
mi afición desde siempre de intentar compartir con los demás mi modo de ver la vida lo que
me llevó a escribir novelas en vez de hacerlo solo por trabajo. Realmente no lo sé, porque
también estaba la necesidad de encontrar una actividad que me permitiera desconectar y
evadirme un poco del estrés diario, y la escritura me ha dado todo eso. Eso sí, fue empezar y
ya no he podido dejarlo. En la escritura de ficción he encontrado un mecanismo de
desconexión como no lo he conocido anteriormente; me gusta, me distrae, me relaja y encima
me lo paso genial.

Lo que sí influye mi trabajo en mi forma de escribir es en lo observador y metódico que tengo
que ser. Cuando voy a diagnosticar o a operar un paciente, debo tener todo controlado, nunca
pensar que lo sé todo, y ser muy meticuloso aunque sea un procedimiento aparentemente
fácil. Trasladar esa forma de trabajar a la escritura creo que es una de las bases del éxito, sobre
todo para mí, que, por desgracia, no puedo escribir siempre que quiero, ando siempre falto de
tiempo y debo compaginar periodos muy creativos literariamente hablando con otros de
exceso de trabajo profesional.

P. ¿Con cuál de tus obras te identificas más, Daniel?

R. Lógicamente con Lola, memorias de una perra. Esta es la historia, contada en primera persona,
de la primera perra que tuvimos mi entonces novia —y hoy mujer— y yo. En este libro, Lola
habla de sí misma, pero también de nosotros dos, de mi familia y de situaciones que vivo
continuamente en la consulta con mis pacientes.

Este libro pretende ser un homenaje a Lola, a la cual nunca olvidaré, y a todos los peludos que
nos hacen la vida mucho más agradable. Con él pretendo que todo aquel que decida
acompañar su vida de uno de estos peludos, aprenda a mirar por sus ojos el mundo que lo
rodea, y que no tengamos siempre nuestra escueta visión humana.

Mi identificación con la novela es total; por Lola, por mi familia y por mis pacientes, que viven
situaciones parecidas a las de Lola cada día.

P. Has escrito una novela corta, Una noche más, que tiene muchos personajes principales, ¿cómo de difícil es escribir una historia tan coral?

R. Pues realmente fue lo primero que escribí y que me animé a publicar. Como otras veces, tuve
primero la idea de lo que quería escribir y luego me puse a ello.

Con Una noche más quería demostrar que la vida es totalmente diferente según quien la viva y
quien la cuente, y que nuestra forma de verla no tiene por qué ser siempre la buena. Para
conseguir esto, tenía que hacer pasar al protagonista por varias situaciones, todas ellas con
doble interpretación, y para ello necesitaba todos esos personajes.

La verdad es que tenía tan claro lo que quería decir que no me resultó difícil. Todo fue cuestión
de asumir que cada uno tiene unas opiniones según sus experiencias, y eso valida muchas
veces lo que no entendemos o compartimos.

Si lees Una noche más, realmente todos tienen razón en sus pensamientos y comportamientos, aunque al final se aporte la versión oficial de lo que ha pasado.

P. Con tantos personajes como has creado, seguro que hay alguno que no te cae nada bien, otro que es tu preferido… ¿Con quién «te lo pasaste mejor» escribiendo Una noche más?

R. Aparte de con Naim, el protagonista, me divertí mucho con el jubilado del Metro, sin duda.
Este personaje lo tenía claro desde el inicio.

Pero es verdad que, según escribía, iba pensando: «Ya verás cuando llegue a Naim, ¡se va a
enterar este otro personaje!»; aunque en el libro los demás nunca se enteran de la realidad de
Naim, el lector sí lo hace.

P. ¿Es cierto eso que dicen de que los escritores, después de pasar tantas horas componiendo vuestras historias, al final les cogéis manía y necesitáis distanciaros un poco de ellas?

R. Pues a mí no me ha pasado con ninguna de ellas. Las he disfrutado todas y en todas sus fases:
la idea inicial, la documentación, las notas previas, la escritura, la reescritura, la corrección, la
publicación y el contacto con los lectores.

Lo único que te puedo decir que me ha pasado es que, quizá debido a que soy tímido, cuando
me hablan mucho de alguna de las novelas, me retraigo un poco y evito ser el centro de
atención en la conversación. Es una situación curiosa porque lógicamente me encanta que me
comenten impresiones tras haber leído alguna de mis historias, pero no doy mucho pie a
hacerlo de forma proactiva.

P. ¿Me llama la atención que escribiste en Breve historia de un veterinario tu propia historia, ¿cómo fue este ejercicio de desnudar la vida propia ante los demás?

R. Una vez más fue divertidísimo. Me apetecía hacerlo y me puse a ello. Es más, esta historia se
coló a algún otro proyecto que tenía ya incluso empezado, tal fue la fuerza con la que se
introdujo en mi cabeza.

Mi historia es sencilla, es verdad que puedo considerarla de éxito, pero seguro que no es muy
diferente a la de muchos compañeros veterinarios de mi generación. Cuando inicié su
escritura, quise ser muy sincero a la vez que humano. No pretende ser una historia de éxito
profesional, sino de sencillez y humanidad de un veterinario que hoy en día puede atender a
más de cuarenta pacientes diarios. Quise escribirla para mis compañeros de profesión, pero
también para todos los que confían en mí como veterinario de sus peludos, para que vean que
ese veterinario que los recibe a diario al final es un tipo normal.

Me encanta recibir comentarios de veterinarios que me dicen que se sienten identificados y de
la gente que atiendo a diario, que alucinan con mi desarrollo profesional; incluso es un libro
que uso para que lean los futuros estudiantes de veterinaria, ¡igual les sirve para algo!

Daniel Carazo
Cuando leer es delito

P. Tu última novela, Cuando leer es delito, ¿dirías que es la más completa que has escrito?

R. A nivel técnico y de calidad en la escritura, creo que sí. Con cada novela siento que como
escritor doy un paso más. Además, en cada una de ellas me planteo un reto literario que tengo
que resolver, y esos retos cada vez son más complejos.

Cuando leer es delito me parece la más madura como escritor por desarrollo de personajes,
por la complejidad de la trama y por la forma de resolver todo lo que me propuse cuando
decidí escribirla. Quizá en Asesinato en La Estrella me embarqué en un proyecto de resolución
mucho más difícil con la aparición del narrador como un personaje más de la novela, pero, si
miro el global de cada novela, estoy seguro de que Cuando leer es delito es la hermana mayor
de todas ellas…, al menos hasta el día de hoy, porque el siguiente proyecto que tengo en
mente, y al que estoy empezando a dar forma, me va a meter en un lío del que todavía no sé
cómo voy a salir.

P. ¿Cómo surgió la idea para esta novela?

R. Esta novela tiene varios orígenes que se juntaron en ella. Esto me está pasando cada vez más:
voy apuntando y desarrollando pequeñas ideas de escritura —como yo las llamo—, y luego las
uno en una misma historia.

La idea principal de Cuando leer es delito es la defensa de los libros impresos, en papel, los que
yo denomino «de toda la vida». Tuve esta necesidad después de haber leído mucho en digital y haber decidido volver al papel; este cambio fue importante para mí y me hizo disfrutar todavía
más de los libros que iba leyendo. No critico la lectura en digital, por supuesto, pero como un
buen libro en las manos, no hay nada. Quise compartir esto con todos mis lectores, y qué
mejor manera de hacerlo que con una novela. A partir de ahí, fui uniendo otros objetivos que
tenía pendientes y que fueron dando forma a la trama, sobre todo los guiños de determinados
personajes con los que homenajeo a otros reales e importantes para mí.

Con Cuando leer es delito he querido defender lo que es tan importante para mí y he visto en
riesgo en algún momento, por eso lo he ambientado en un futuro… no muy lejano.
También esta novela surgió de la impresión que tengo hoy en día de que cada vez estamos
más manipulados y que parece que puedes elegir dónde informarte según sean tus ideales. No
veo medios asépticos; unos más y otros menos, pero todos están de alguna manera
contaminados por las ideas políticas, teniendo en cuenta que también pienso que hay un nivel
de la política que es virtual y está controlado por un poder económico mucho más poderoso.
Esto que digo me da mucha pena y por eso también fue un detonante que me hizo escribir
Cuando leer es delito.

P. ¿Qué mensaje te gustaría que transmitiera tu último trabajo?

R. Lo tengo muy claro, porque son dos: que nunca desaparezcan los libros impresos, y que nunca
lleguemos a ciertos niveles de control y manipulación.

Respecto a los libros, la lectura en digital es importante, claro que sí, además te permite
compartir los libros y llegar quizá a mucha más gente, es decir que no estoy para nada en
contra de ella. Pero si se puede leer en papel, mucho mejor.

Podemos hacer una pregunta a los lectores: ¿cómo se titula la novela que estás leyendo
ahora?, ¿y de quién es? Un alto porcentaje del gran grupo de lectores —no solo los
avanzados— que lo hagan en digital solo se acordarán del autor —si es conocido— y del título
no, al menos esta es mi sensación. Sin embargo, si leen en papel, y tienen el libro físicamente
entre las manos, son dos respuestas aseguradas.

Y respecto al control y la manipulación, el mensaje que me gustaría que transmitiera la novela
sería el de ser prudentes, de no creernos a pies juntillas todo lo que se nos dice, de abrir los
ojos ante lo que nos rodea y, sobre todo, de ser rebelde ante una hipotética situación así.

P. Cuando leer es delito es todo un alegato en favor del libro impreso, ¿crees que algún día este soporte nos dejará de gustar y pasará a mejor vida?

R. Si es porque nos dejará de gustar, te respondo que no. Hay un romanticismo en la lectura en
papel que los que disfrutamos de ella intentamos transmitir a las nuevas generaciones, y eso
asegurará su permanencia espero que bastante tiempo. Pero nada es infinito, y si además
metemos el tema económico por medio, ya no me atrevo a ser tan tajante.

El mercado literario al final tiene que ser rentable, cada vez está más saturado y los márgenes
cada vez son menores. Creo que hay una realidad: la publicación en digital, a los precios que
están los libros digitales actualmente, es mucho más rentable para las editoriales que la
publicación tradicional, y al final son ellos los que invierten el dinero. Imagina que se elimina la impresión y la distribución… ¿Qué editorial, mirando solo los números, no lo firmaría ya? Por
eso debemos luchar porque la parte emotiva y tradicional de la lectura en papel perdure
generación tras generación, y que quienes a futuro dirijan el mercado editorial sigan siendo
unos románticos del papel. ¡En nuestras manos está!

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